GUÍA PARA CAFETEROS EN EL EXTRANJERO

diciembre 14, 2007

Mi primer novio me comparaba con Garfield por dos razones: por lo borde que era cuando quería y por mi afición al café.

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Pasados los años he procurado destilar esa bordería adolescente para obtener un sarcasmo algo más sutil. Pero el único aspecto de mi gusto por el café que ha cambiado con el paso de los años ha sido que antes lo tomaba con azúcar y ahora no.

Aparte de que me gusta sin azúcar ni edulcorante de ningún tipo, tengo otras rarezas. Por ejemplo, si es caliente me gusta con leche. Y si es frío, me gusta sólo. Quicir: No me gusta sólo caliente, ni con leche frío. O café con hielo, o café con leche. Si lo tomo de otra forma, es por pura necesidad de calmar mi adicción a la cafeína. Y dentro de la gama de café con leche, también está la subsección de la proporción café-leche. En este aspecto me guío por un criterio absolutamente cromático. El resultado de la mezcla de tan deliciosos líquidos tiene que tener un color tal que así:

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Ni más claro, ni más oscuro. Con la leche del tiempo, por favor, que no me quiero abrasar mis dulces labios ni mi… (¿Qué adjetivo puedo poner sin que suene demasiado porno? mejor lo dejo en blanco) …ni mi lengua.

Pues bien, tras estas explicaciones, héteme aquí viajando al extranjero en los últimos meses y pasándolas canutas para tomarme un cafesito tal y como a mi me gusta. Así que tras haber conseguido el éxito (en forma de café con leche) después de arduas investigaciones y decenas de pócimas y ponzoñas cafeínicas, me decido a compartir mi sabiduría para que si algún día viajáis y os apetece un café con leche, no lo paséis tan mal como yo. Eso sí: esta es una pequeña guía para países en los que el café expresso es algo normal. Los países con café-aguachirri ya los dejo por imposibles.

CAPÍTULO 1: GRECIA

Este es uno de los más chungos por varios motivos: Primero, que ellos no tienen costumbre de tomar café con leche y si lo pides te mirarán como un bicho raro. Y segundo, que para pedirlo, primero te tienen que entender. Y el griego es una lengua rarita con avaricia. Así que lo primero es elegir un idioma que controles, y preguntarle al camarero si lo habla. He aquí una pequeña guía:

Parakaló, milate Anglika? = Por favor, ¿habla inglés?

Si el camarero te dice “ohi” (osea, “no”), lo llevas claro. Tendrás que recurrir a la mímica. Ahí cada uno que se apañe como pueda señalando la cafetera y agarrándose un pecho o imitando una vaca para pedir leche. Si se da el caso, por favor, grábalo en vídeo para que lo podamos ver todos. Si te dice “ne” (osea, «sí»), puedes comenzar con las explicaciones:

Tenemos que tener en cuenta que por la proximidad geográfica, los griegos están familiarizados con el café a la italiana, así que si os apetece un cortado, podéis pedir un machiatto, o un cappuccino. Pero no hace falta que precedáis la petición con un “cuando arrivo a casa”. Eso dejadlo para Italia, que viene en el capítulo 2.

Pero me estoy alejando de mi objetivo que es conseguir un café con leche.

● Si pedís literalmente “one coffee with milk(1), lo más seguro es que os pongan un cortado, pero con media gota de leche.

● Si pedís “one coffee with milk, with more milk(2), os pondrán un cortado con media gota de leche y con una jarrita de leche aparte. Así que para conseguir la proporción adecuada de café y leche primero tendréis que darle un trago al café fortísimo manchado de leche (si es que llega a mancharlo, porque le echan muuuy poca). Y luego hay que conformarse con los dos centímetros cúbicos del café con leche deseado que nos queda en la taza. Pero bueno, ya nos vamos acercando.

● El siguiente paso es pedir “one coffee with milk, but half coffee and half milk(3). Y el muy cachondo del camarero os pondrá un café con leche en una taza de café solo. Y claro, como es café expresso (afortunadamente por otra parte) y han echado muy poco para que quepa la leche, está fortísimo y por mucha leche que eches, eso no cambia de color ni con pintura acrílica.

● Después se os ocurrirá pedirlo en taza grande. Primero el camarero insistirá en que esas tazas son para cappuccino y punto pelota. Después de convencerle de que el mundo no se va a acabar si pone café y leche en esa taza puede que pasen dos cosas:

1. Que el camarero siga pensando que queréis un cappuccino y os ponga un café con espuma de leche. Que por muchas vueltas que le déis, eso no deja de ser aire, y el café sigue fortísimo.

2. Que el camarero haga un “one coffee with milk, but half coffee and half milk” en taza pequeña, como el de antes, pero que luego lo vuelque a una taza grande. ¿Cachondeo? No. Ellos son así.

Ahí ya estamos de los nervios (pero por exceso de café, no porque el temita ya nos esté tocando las narices), pero la experiencia nos ha hecho personas mucho más sabias, y la única opción que nos queda es pedirlo todo bien masticadito. A saber:

Taza grande+1 café expresso+leche hasta llenar la taza= camarero que te mira raro.

¡PERO HEMOS SUPERADO LA PRUEBA! ¡Hemos conseguido un café con leche en condiciones en Grecia!

(1)Un café con leche.

(2)Un café con leche, con más leche.

(3)Un café con leche, pero mitad de leche y mitad de café.

CAPÍTULO 2: ITALIA

Tras la experiencia griega, la viajera avispada llega a la península itálica con la mosca detrás de la oreja. Ya entras en la cafetería repasando mentalmente el vocabulario que vas a necesitar para pedir una taza grande llena de café y leche más o menos a partes iguales (lo de la leche del tiempo ya ni nos lo planteamos por el bien de nuestra salud mental). Pero en Italia la dificultad estriba en la amabilidad de los camareros, por contradictorio que parezca. Te ven extranjera, esforzándote en hablar su idioma, e interrumpen tu ensayada disertación para que no te tengas que esforzar. Verbigracia:

-Buon giorno, signore. Io voglio una tazza grande con…

-Ahhh, Cappuccino!!

-No, no, gracie. Io voglio mezzo di caffè e…

-Si, signorina, un cafe-latte, presto!!!

“¡Toma ya! A la primera”, te dices encantada a ti misma. Pero toda tu alegría se va al traste cuando el camarero te trae un cortado bien cargadito de café, prácticamente negro. Y piensas: “¿Pero un cortado no era un macchiatto?”. Y tras deliberar con tu materia gris sobre cómo se chapurreará eso en italiano, sigues la conversación.

Ma, questo non e un machiatto?

-Ecco, brava, signorina. Questo e un caffè latte. En italiano, un macchiatto.

Hala, ya estamos como en Grecia. Al siguiente café volvemos a empezar. Otra cafetería:

-Buon giorno, signore. Io voglio una tazza grande con…

-Ahhh, Cappuccino!!

-No, no, gracie. Io voglio mezzo di caffè e…

-Si, signorina, un caffè-latte, presto!!!

-¡Que no, coñe! Ups, scusi signore. Io voglio una tazza grande con…

-Ahhh, capisco!! Caffè-latte in tazza grande. Un Cappuccino.

Y ya por desesperación pasas de todo y aceptas que te pongan un cappuccino. O un machiatto, o un lo que le de la gana al camarero con tal de que te ponga una dosis de cafeína. Y cuando ya te ves una semana entera teniendo conversaciones de 15 minutos con el camarero de turno para conseguir algo que se parezca remotamente a un café con leche, se te ocurre preguntar a la amiga que te ha invitado (española ella y residente en Italia) si hay alguna solución. ¡¡Y SÍ LA HAY!! Mis queridos amigüitos, en Italia con tres mágicas palabras se puede conseguir un café con leche en cualquier parte:

CAPPUCCINNO SENZA SCHIUMA(4)

Uff, qué alivio… Gracias, Chus.

(4) Capuchino sin espuma